BLIND GUARDIAN
"At the edge of time"

NUCLEAR BLAST 2010

Puntuación: 3/5



Blind guardian han vuelto. Y no es que "At the edge of time" sea una maravilla, pero visto lo que hacían últimamente, esta puede ser la mejor continuación a "Nightfall in middle-earth" (dejo fuera, por deplorable, lo que hicieron después de ese disco), y ya era hora, porque ha pasado la friolera de 12 años para que los alemanes se dignaran a editar algo decente. Incluso la controvertida dirección musical que tomaban hizo que Thomen "The Omen" Stauch dejara la banda por ese motivo. Le sustituye el ex-batería de Sinbreed, Frederik Ehmke, que ya lleva 5 años en el grupo y se ha adaptado perfectamente al estilo Guardian. Hansi Kürsch sigue en su faceta de vocalista dejando aparcado el bajo, al menos por el momento, ya que se resiste a hacer miembro oficial a Oliver Holzwarth, conocido por su trabajo en Leaves' eyes, Sodom o Demons & wizards. Sigo pensando en que Hansi es un buen cantante, aunque hay partes (por ejemplo en "Tanelorn") en las que se empeña en llegar a un registro agudo al que ni llega ni le queda bien. En cuanto a André Olbrich y Marcus Siepen es innecesario que diga las cualidades que poseen como guitarristas, siguen repartiendo riffs acelerados con la melodía propia del grupo de forma estupenda. Este último disco al menos es fiel al estilo que el grupo fue madurando disco a disco y que debido a un endiosamiento tan absurdo como triste (ojalá esté equivocado) hicieron que la pasada década su imparable ascensión como un gran grupo quedara en nada. Hay una canción que, a mi entender, sobresale en este álbum, "Ride into obsession", un auténtico temazo donde Kürsch literalmente se sale con las voces, aparte de ser una canción genial en la composición. Otra para destacar es su vídeosingle "A voice in the dark", la canción más heavy del disco y que no creo que sea cosa del azar que haya sido elegida como vídeoclip, la intención sin duda es demostrar a l@s fans que han vuelto con toda la fuerza del mundo, aunque no sea un tema representativo del conjunto del álbum. Hay un encomiable (aunque fallido) esfuerzo por hacer otra "Bard's song" en "Curse my name", quizá para demostrar que quieren seguir donde lo dejaron en 1998. Por desgracia, no todo el disco es como las dos mejores canciones antes mencionadas y hay bastante relleno, pero tal y como pintaba para el grupo este no es un mal disco para reconducir su deteriorada dirección.

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